ELOGIO DEL TRABAJO MANUAL. CLAUDE LEVI-STRAUSS

El siguiente texto es un fragmento de un discurso del antropologo franco-belga, durante la ceremonia de entrega del Premio Internacional Nonino, el 1° de febrero de 1986, en Percoto, Italia. 
 
"¿Me permiten una confidencia? A lo largo de mi vida, he recibido una buena cantidad de honores, que me fueron conferidos no tanto por mis modestos méritos como por la extrema longitud de una carrera activa, que duró medio siglo (...) Ninguno me enorgulleció tanto como la medalla (...) al "Mejor Obrero de Francia". Me gusta, por cierto, el trabajo manual, y sólo por haberlo practicado con frecuencia he podido, en uno de mis libros, elaborar la teoría de lo que en francés llamamos "bricolage".
En realidad, me alegraría que un intelectual, una vez jubilado, se viera obligado por ley a ponerse a prueba en otra actividad; en ese caso, habría elegido sin vacilar un oficio manual.
¿Por qué digo esto? Desde el advenimiento de la civilización industrial, el trabajo pasó a ser una operación en un sentido único, donde el hombre –sólo él, siendo activo – modela una materia inerte, y le impone soberanamente las formas que le convienen.
Las sociedades estudiadas por los etnólogos tienen del trabajo una idea muy distinta. Lo asocian a menudo al ritual, al acto religioso, como si en ambos casos el fin fuera entablar con la naturaleza un diálogo en virtud del cual naturaleza y hombre pueden colaborar: concediendo ésta al otro lo que espera, a cambio de los signos de respeto, o de piedad incluso, con los cuales el hombre se obliga ante una realidad vinculada al orden sobrenatural.
El campo y la ciudad
Subsiste aún hoy una complicidad entre esa visión de las cosas y la sensibilidad del campesino y el artesano tradicionales. Estos, efectivamente, por seguir manteniendo un contacto directo con la naturaleza y con la materia, saben que no tienen derecho a violentarlas, sino que deben tratar pacientemente de comprenderlas, de atenderlas con cautela, diría casi de seducirlas, a través de la demostración permanentemente renovada de una familiaridad ancestral hecha de cogniciones, de recetas y de habilidades manuales transmitidas de generación en generación.
Por eso el trabajo manual, menos alejado de lo que parece del pensador y del científico, constituye asimismo un aspecto del inmenso esfuerzo desplegado por la humanidad para entender el mundo: probablemente el aspecto más antiguo y perdurable, el cual, más próximo a las cosas, es también el más apto para hacernos captar concretamente la riqueza de éstas, y para nutrir el asombro que experimentamos ante el espectáculo de su diversidad.
En la actualidad, nos dedicamos a organizar bancos de genes para preservar lo poco que sobrevive de las especies vegetales originales creadas a lo largo de los siglos por modos de producción totalmente distintos de los practicados ahora. Esperamos también eludir los peligros de la llamada "revolución verde", vale decir, una agricultura reducida a pocas especies vegetales de gran rendimiento, pero tributarias de sustancias químicas y cada vez más vulnerables a los agentes patógenos.
¿No deberíamos ir más lejos, quizá, y, no contentos con conservar los resultados de esos modos de producción arcaicos, esforzarnos además por tutelar los conocimientos insustituibles gracias a los cuales esos resultados fueron adquiridos? Quién sabe, efectivamente, si las amenazas que pesan actualmente sobre la civilización occidental no los volverán, algún día, providenciales para los que vendrán después de nosotros."

Villa Gesell

 el momento de la toma fotografica, villa gesell, noviembre de 2011. 14hs. cielo nublado
 
negativo 120mm kodak ektar iso 100. exposicion 12"

FOTOS HECHAS POR ALUMNOS DEL TALLER

Alejandra Arregger

                                                                     Alejandra Arregger
                                                                       Alejandra Arregger
Ruben Alarcon
 
Ruben Alarcon 

Ruben Alarcon